18.9.07

Gabriela Muzzio y Luciana

Hoy cocinamos Evangelina y yo. Se nos ocurrió hacer un risotto, nos llevó bastante tiempo.
Entre tanto ir y venir a la olla, presencié a medias la presentación de Gabriela Muzzio.
Gabriela es fotógrafa, y su propuesta inicial para el taller me pareció muy interesante: ella quería lograr llevar a las telas – a las prendas de vestir, en realidad – imágenes que remitieran a frases tales como “tengo un nudo en la garganta”, “tengo una piedra en el estómago”, “tengo una espina en el corazón”. Esto sería posible a partir de trabajar con diferentes saustancias y líquidos reveladores –Gabriela maneja muy bien toda esta cuestión bien alquimística que es el laboratorio fotográfico- y hoy vimos uno de los intentos.
Primero vimos algunas fotografías de su trabajo “abrazos”, que constaba de fotografías en blanco y negro que retrataban, justamente, abrazos, miles formas de abrazos, mil maneras de abrazarse.
Ella decía algo muy importante, que en nuestra supuesta madurez, cuando algo es repetitivo empieza a perder sentido, y entonces su intención aquí era revertir esta tendencia: repetir hasta que cobre sentido en vez de perderlo, como en nuestra infancia.
Luego vimos su serie “semilla”, donde sucede lo contrario que con abrazos.
Si en abrazos ganaba la simpleza del gesto, se reconocía automáticamente y remitía a los abrazos y gestos amorosos almacenados en nuestra memoria, en semilla no logramos reconocer de que se trata. La abstracción no nos permite un anclaje, entonces las formas se disparan.
Yo iba y venía entre abrazo y semilla, pen
sándolas como un todo, como que un abrazo desde cerca se torna abstracto y puede ser todos los abrazos. Semilla de abrazos.





Después de la presentación almorzamos. Casi casi nos quedamos cortas con el arroz, hubo que hacer un poco de magia pero finalmente alcanzó. Por primera vez almorzamos en la parte delantera del Levante, jugando al pub inglés.

Después de almorzar vimos el trabajo de Luciana. Ella es biotecnóloga y trabaja con bacterias. A partir de la observación de las bacterias –ella maneja una específica, pero empezó a jugar un poco con todas – empezó a fotografiar y posteriormente a “pintar” y “dibujar” con los distintos resultados que iban generando los cultivos. El resultado es apasionante, quedamos todos como niños mirando esas imágenes que podrían ser de Saturno y en realidad quizás pertenecen a un cultivo generado en agua estancada.
Pensaba, mientras quedaba estupefacta, cómo, y siguiendo la línea del discurso ya planteada esta mañana en la presentación de Gabriela Gabelich, estas obras tienen su discurso interno. Porque cuando Luciana nos cuenta, lo hace en términos científicos, entonces experimentamos la sensación que podría experimentar una persona no habituada a los términos artísticos cuando se encuentra frente a una obra de arte que requiera este tipo de manejo del discurso. O quizás, cuando no entendemos, todo es maravilloso e inexplicable.
Luego Luciana comentó como continuaría su proyecto. Está buscando la manera de hacer más “amable” la idea preconcebida que tenemos de las bacterias, y a su vez más accesible el manejo del discurso científico y tecnológico. Y en realidad la bacteria misma ya requiere su propia presentación: desparramarse.

Gabriela Gabelich

Hoy la primera en presentar fue Gabriela Gabelich.
Gaby llevó su computadora y a partir de allí empezó a comentarnos su trabajo, empezando por su paso por el grupo Rozarte, durante la década del ’90.
Es difícil pensar una producción individual después de haber participado de un grupo, donde éstas individualidades se disolvían en una obra grupal, donde se trabajaba pensando a partir de un grupo.
La década del noventa pareció sostener una tendencia de surgimiento de grupos, de creaciones grupales, para arribar, más hacia fin de siglo, en una tendencia de producción cada vez más individual.
Gaby planteó la disolución de Rozarte como un punto de inflexión, donde los artistas –ella en este caso- se enfrentaban a una cierta incapacidad para volver a producir individualmente. Uno genera lazos con sus compañeros, niveles de comunicación, los otros son referentes de nuestras propias ideas y proyectos, entonces el salto a una especie de vacío individual es decisivo y problemático. Sigue existiendo la necesidad de generar ese espacio de cooperación, de incentivos, de disparadores. De seguir sosteniendo al otro como potencia.
Ya en su etapa de trabajo individual, ella nos presenta “No me mientas”. En primera instancia debía presentarse en la semana del arte como publicidad en los colectivos, pero la frase “no me mientas” puede ser interpretada de diversos motivos, y esto derivó en la decisión de no incluir dicha obra, que finalmente circuló como montaje en postales.
Posteriormente, en Arteba Gabriela presenta su “no me mientas” en backlights que se iluminaban alternativamente, y luego finalmente la frase continuó circulando a modo de pins. “No me mientas” es un comodín perfecto. Se dirige a todos y puede partir desde todos.
Implícitamente, sumando el público a la obra. El “no me mientas” es arrojado por la artista y se carga de cada discurso individual que lo porte.
Luego de NMM, Gabriela presentó nuevamente backlights, pero que se remiten a la esfera del discurso sobre el arte. Seleccionando términos utilizados por diferentes críticos y artistas, aisló palabras, conectores, conceptos, minifrases, que pueden acomodarse a gusto y necesidad. Es cierto que esta obra puede recortar un público, pero también es cierto que aislando fragmentos del discurso artístico puede plantearnos claramente un mapa de las “tendencias” o términos más utilizados, casi como un manual de lo que “el arte contemporáneo debe contener”.
No puedo evitar pensar en el NMM, y le pregunto a gaby si esta obra tiene al menos un pequeño punto de partida en la sentencia anterior. Creo que no, pero también creo que sí.
Ella continuó buscando diferentes soportes para su discurso – sí, discurso, Gabriela maneja un discurso sobre su producción que ya es obra en sí , y el manejo de discurso ajeno también -, hasta llegar al mismo cuerpo humano.
El cuerpo es entonces soporte de la frase “los cuerpos no mienten”. Su cuerpo es soporte de esa frase tatuada, esa obra “estacional” como le dice ella, obra veraniega.
Y sí, de la necesidad del etenon diálogo parten dos tipos de diálogos: el diálogo con los artistas (dialogando sobre el discurso del arte) y el diálogo con todos (dialogando sobre la vida). Los dos diálogos que mantenía simultáneamente en Rozarte.