10.11.07

eduardo y fabhio







Cerca del mediodía llegó Eduardo Basualdo. Él es de Capital Federal, frecuenta el taller más o menos con la misma regularidad que todos nosotros rosarinos (más o menos).
Si bien Eduardo ya habló de su trabajo en otra oportunidad junto con Laura Spivak, es la primera vez que hablamos específicamente de su obra. Y Eduardo llegó con varios interrogantes.
Primeramente, hay que destacar que él trabaja con obras-instalaciones, o sea, puestas quasi efímeras que se crean in situ, paisajes fantásticos poblados de seres fantásticos, juego de luces y sombras que modifican la percepción sobre los objetos, que permiten al espectador ver algo que no hay pero que él está creando a partir de lo que veremos (y no de lo que vemos).
Justamente por esta modalidad, él se peguntaba, entre otras cosas:
- si existe la posibilidad de trasladar la “obra original” a distintos formatos
- si existe la “obra ensayo”.
Esto último lo plantea a partir del traslado de su “obra” a una serie de dibujos que juegan, justamente, con luces que proyectan sombras.
Considero que Eduardo trabaja con una idea-proyecto que tiene la posibilidad de trasladarse a distintos formatos, y si su interrogante es si la obra puede ser ensayo, en su caso creo que sí, porque va formulando continuamente un universo de imágenes, que son un proyecto –quizás más proyecto que ensayo – que puede formularse a partir de diferentes inquietudes y tomar diferentes formas. (hoy Eduardo planteaba como él iba generando obras a partir de tener un espacio donde “mostrarlas”)
Él trabaja con elementos precarios, que con el uso de las luces genera otra lectura del material, trabajando con la ilusión y con nuestra propia imaginación, porque somos también nosotros los que formamos “lo que vemos”.
“No hay nada más sólido que la ilusión”, dijo Mauro, y al ver el trabajo de Eduardo la frase toma un sentido pleno: lo que vemos no es lo que hay, vemos lo que creemos (ver).




(menciono aparte el registro fotográfico de las obras: son una otra obra. Eduardo, si existe la posibilidad de trasladar. A la obra, y a nosotros. Veo las fotos como me acerco a ver los registros microscópicos de las bacterias de Luciana, fundan otro mundo que nos fascina. Si bien Luciana recorta y muestra ese mundo, Eduardo lo construye. Construye un mundo que no vemos.)


Después subimos a la residencia, era el turno de Fabhio. Fabhio es otro de los “extranjeros”, viene de Córdoba. Apenas llegó al taller comenzó a enviarnos sus informes, via mail, en donde él relataba impresiones, inquietudes, dudas, proyectos, observaciones, casi un diario de su estadía en la ciudad.
Nombro los informes porque reflejan su lógica y proyecto de trabajo, todo lo que Fabio hace o piensa lo documenta de manera compulsiva, y así fue su presentación. Una retrospectiva extensísima de sus trabajos en córdoba (y en otras ciudades también), que fueron quizás quitando fuerza a lo que fue su proyecto aquí en la ciudad, porque debió acotar para que, justamente, no se pierda la fuerza de la obra, a riesgo de no desarrollar el proyecto.
Fabhio va creando un archivo de su vida – artística –y lo va mostrando, como una acción, que dentro del contexto “ortodoxo” cordobés –donde la pintura ocupa un lugar fundamental dentro del círculo artístico- funciona como un punto de quiebre.
Lo suyo entonces se plantea como un recorrido teórico a partir del proceso, y de él como artista dentro del sistema del arte que quiere, de alguna manera formar parte pero evidenciando todos los procesos y decisiones que forman parte del mismo sistema. Sistema de producción del arte y sistema de selección del agregado que son las instituciones artísticas. Su rol es entonces no solo documentar esos vaivenes, sino ser carne de esos procesos, casi como un conejito de indias.
Y también se presenta él así en sus videos. Constantes vueltas sobre su imagen, el en proceso de video, él siendo materia del video.
Crea un alter ego – VIOTHO- y a partir de ahí desarrollará lo que él nombra como el libro de su vida. Unir pasado presente y futuro en una misma obra.
Y unir todos los procesos todos en la misma obra que es su vida.
Porque, quienes conocimos a Fabhio, podemos afirmar que él es puro rizoma: de ideas, de sentimientos, de imágenes, de situaciones. Esa es su metodología: ser lo que produce.