10.8.07

El primer invitado del año fue Eduardo Molinari.
Llegó y nos sentamos a escucharlo, mientras mostraba parte de su producción en la computadora. De entrada, sabíamos que era necesaria la presentación de las imágenes a través de la compu, pero que su trabajo iba mucho más allá de ello.
Ël basa su práctica artística en el caminar, en la construcción de la memoria, en las vueltas del lenguaje, pensando cómo no siempre las palabras dicen lo que dicen las imágenes, y animándose, quizás, a revertir o resaltar o trastocar o inventar lo que pensamos podría ser un documento.
Uno de los temas que surgió fue, a mi modo de ver, como tratar de construir una narración a partir de una experiencia, como hacer relato de lo no siempre transmisible (cosa que me pregunto, al menos yo, constantemente) y como aprovecharse de esa “historia lineal” ya digerida, para abrir allí brechas, nuevamente, trastocando, resaltando, o simplemente develando.
Todo el tiempo pensé en el colectivo Wu Ming, ya que ellos trabajan a partir de historias reales, metiendo sus propios personajes y contando sus propias historias, abriendo casi paréntesis en los períodos temporales trabajados.
Pensaba esto porque Eduardo nos mostró una serie de collages que realizó usando como “base” fotografías del Archivo General de la Nación, y partiendo de la base que arte, historia y política siempre están relacionadas, y cómo alterando algunos órdenes podemos quizas encontrar nuestros propios puntos de inflexión en “la historia”, arrojando una nueva historia.
En un momento Eduardo mencionó al artista Christian Boltansky, quien propone “sitios de encrucijada”, pensando en mundos –que fundamos- que se abren y se cierran, produciendo atemporalidades que permiten otro tipo de leyes que lo rigen, y a su vez, otro tipo de interpretaciones (el levante puede ser una de estas atemporalidades?).

A partir de trabajar con estas fotografías, él comenzó a hacer un archivo propio, que luego fue ampliando con imágenes y objetos difenretes, que fue recolectando.
Fundó lo que él llama el “Archivo Caminante”, un “archivo de potencias”, pensado desde un lugar donde los “objetos del pasado”, modificados o descontextualizados, pueden no modificar ese pasado de donde provienen, sino habilitar un nuevo conocimiento de ese pasado.
A partir de este archivo caminante, Eduardo empezó a construir sus propios documentos, apelando a la idea del falsificador, y, nuevamente pensando en la manipulación que se ejerce de la experiencia y de la historia para la construcción del relato (o de los relatos).
Con Gabriela Gabelich recordamos que en un momento hablamos de “archivos inútiles”, término inventado por gaby pero que yo le pedí de compartir, y mientras lo comentamos, nos dimos cuenta de que casi todos poseemos un archivo inútil, esperando ahí, como “archivo de potencias”. Sin querer, un arma en nuetras manos.

Eduardo habló también del Colectivo Situaciones y del concepto de investigación militante. (concepto que retomó en estos días Marcelo Expósito durante su presentación).
La investigación militante supone una investigación en inmanencia y en una suerte se continuum, de intervención directa, de participación real y no de mera investigación externa, estableciendo lazos amorosos con el entorno y con los otros.

Después de almorzar, Eduardo nos leyó un texto: “El andar como práctica estética”, de Francesco Careri, en el cual se describen los distintos modos del caminante, complemento fantástico para la presentación del sábado anterior, donde la ciudad formó parte del recorrido de las obras de la mañana, teniendo a la ciudad como modificadora y modificada.
Es posible, entonces, hacer los recortes en la historia para contar nuestras historias, el pasado, el presente, los objetos, las ciudades, el cuerpo como elementos y como disparadores.
Aquí aparece el nombre de Suely Rolnik y su texto “Geopolítica del rufián”, donde destaca Eduardo el concepto de “cuerpo vibrátil”, no ya el cuerpo anestesiado de la década pasada, sino el cuerpo sentido como brújula, atravesado y atravesador, por el otro, por el mundo, por los acontecimientos, el cuerpo como participante activo de todos estos procesos que nos definen, nos forman, nos relacionan unos con otros, y, por suerte, nos recuperan.

p.d.: elijo un link, entre tantos, a la obra de Eduardo.