28.8.07




Hola Magalí:
Siento no haberte contestado antes, pero quería tener un rato calmo para dialogar y eso me hizo no tener en cuenta tu necesidad de una respuesta rápida que sentía me estabas pidiendo
Tu nuevo texto instala nuevas preguntas y nuevas dudas pero también apunta a deseos dejados de lado que quieren hacerse oir.
Tu necesidad de una formación teórica que avale una práctica "práctica" creo que es válida y necesaria y hay veces que una se vuelve más importante que la otra .Esta dicotomía creo que pasa porque el medio ( el contexto, la Facultad?), hacen pesar esta diferenciación en cuanto a la especificidad. y la presentan como compartimentos estancos. Desde hace un tiempo he encontrado fertil tratar de no hacer separaciones entre lo teórico y lo práctico y que si bien no es lo mismo ambas prácticas se relacionan y retroalimentan y desde ese punto de vista, las dos son producciones, las dos son "obras", las dos son prácticas Son obras de "arte"? No lo se y trato de que no me perturbe este no saber.
Es tan aleatorio, depende de tantas circunstancias, a veces azarosas, que el medio lo reconozca como "obras de arte" que creo es lo que menos interesa.
A lo largo de muchos años he tenido la posibilidad de ver como cambiaban los paradigmas, los conceptos, las valoraciones sobre las obras y sobre lo que se considera arte. El sistema intenta codificar, fetichizar, normatizar y decir lo que hay que producir y cómo y para ello el mercado utiliza la legitimación y la fama, el brillo y el prestigio. Pero todo cambia muy rápidamente y el sistema impone buscar sangre nueva y producciones nuevas a partir de las condiciones que establecen las relaciones de poder desde las instituciones. La obra es acogida por la institución separada de las condiciones que le dieron origen y de las vivencias de los que estuvieron involucrados en ellas
Me parece importante el última párrafo de tu texto nuevo donde dices de tu necesidad de apartarte del concepto de crítica que sientes caduco y de la necesidad de dejar aflorar esas imágenes que generan imágenes junto a la aparición de tus propias imágenes para que dialoguen con las demás. Todas estas reflexiones que estás haciendo y que se están dando en el seno del taller me llenan de alegría porque permiten percibir que se comienza a generar un contexto, un clima, donde aparecen estos cliks en la panza de los que hablas que creo no son otra cosa que permitirnos ser vulnerables, permitirnos sentir desde lo más profundo con una sensibilidad nueva (el cuerpo vibrátil del que habla Suely Rolnik quizás?) y nos producen un estado especial . Aprovechar estos momentos para producir desde nosotros mismos reflexiones críticas, ensayar pequeños espacios de autonomía (del sistema) donde nos cuestionemos sobre nuestras prácticas e intentemos nuevas formas de diálogo, de conversaciones y de producciones
Te envío como adjunto este texto sobre la crítica que me parce interesante ,Lo leíste? También el de Suely es interesante Entrá a la página de Brumaria y buscá en la publicación 7
Seguimos charlando
Un abrazo
Graciela



Hola graciela
Gracias por tu mail, quería contestarte después de haber leído el texto de Judith Butler.
Es cierto que hay deseos dejados de lado, y que reaparecen de las maneras más insólitas – o quizás no tanto-, y creo que por esto mi lectura del texto fue en un momento indicado.
Me quedó “haciendo ruido” –como diría Diego- lo que ella propone como límites, ya que es justamente un tema que me vengo planteando: los límites impuestos por el mismo sistema, por las diferentes disciplinas, por nosotros mismos, por los otros, por los tiempos, etc.
Y, justamente, una forma es desbordar el límite.
Creo que ella otorga una “especie” de forma de pensar en ese desborde, que sería a partir del fragmento o del recorte (o quizás es lo que hago yo, jajaja).
Me refiero específicamente cuando menciona a Nietszche y la idea de ficción: ese recorte sin origen y sin anclaje, por lo tanto, sin límites.
Esto lo llevé directamente al “cómo pensar las obras” –siempre con minúsculas, por favor-, a pensarlas entonces como recorte y ficción, como “ingobernables”, como inclasificables, sin límites más que los que le otorgan sus propias leyes de funcionamiento interno.
De aquí esa especie de rechazo que me genera la crítica tradicional, porque, como es muy cierto que la crítica es una disciplina que depende de las otras, por otra parte, y por esta vez, me gustaría hacer ese recorte, y poner a jugar esa voluntad de “ficcionar” que las obras requieren. Aquí se libera de ese límite.

Recordaba, también, el primer día en el taller, cuando me comentabas esa idea de hacer del taller una especie de “zona liberada”, que se rija por sus propias leyes, autónomamente.
Pensando todo lo anterior, eso se produce.
Se funda desde un recorte que parece perder su origen, que se arroja entonces, desbordando. Es ficción, con todas las posibilidades.
Porque, creo, lo que me sucedió, ese deseo de “volver a recortar”, parte de ese desborde pràctico y desborde teórico (que como vos muy bien decías “he encontrado fertil tratar de no hacer separaciones entre lo teórico y lo práctico “), y que en este mismo movimiento se escapa a la categorización y que por ende permite su propia autogestión, no yéndome aquí al campo específicamente económico, sino la autogestión pensada como un saber de base que nos recorre y que es transmisible desde la experiencia compartida.
Esto me hace pensar –ya no sé si cabe aquí, pero lo comento- en la forma en que aprendemos o nos formamos. Como ese recorte, cuando es “falso”, en vez de arrojar o desbordar, contiene, o sea, ata y deja de proponer.

Límite y desborde, entonces, del cuerpo también. Vos mencionabas el término “cuerpo vibrátil” del que habla Suely Rolnik. Yo pienso en ese instante fugaz de la mirada, ese apenas que acontece cuando se produce el diálogo y que me quita el sueño estos días.
Las obras me afectan instantáneamente, con palabras o con nuevas imágenes. Aquí también acuerdo con Eduardo Molinari, citando a la misma Suely, “recuperar la sensibilidad”. Pensé que una buena forma de manifestar esto sería, en su momento indicado, compartir mi “cuaderno de apuntes” con todos los integrantes, como una forma de devolución, como un pequeño espacio fundado a partir de los demás en mí.
Esto lo escribo para contestarte de forma más inmediata, quiero profundizar con el texto de Rolnik.
Si lo considerás interesante, podemos mantener este diálogo también en el yahoogroup del Taller.
Gracias ;)
Un abrazo
magalí


Hola Magalí,
Me parece que sería muy interesante mantener este diálogo en el grupo yahoo del Taller porque posibilitaría, habilitaría a otros a participar ya que creo que todas estas cuestiones nos afectan en mayor o menor medida y forman parte de preocupaciones o conflictos más o menos explícitos y concientes en nuestras producciones y hacer
Si te parece podemos subir ya estos diálogos

Te envío un texto de Brian Holmes donde replantea el tema de la crítica desde la perspectiva de la "extradisciplinariedad" Sus escrtios siempre me resultan muy estimulantes y enriquecedores para pensar las condiciones en que se desarrollan nuestras prácticas y la búsquedas de formas nuevas de resistencia hacia esas condiciones que nos son impuestas como límites
Creo que no hay forma de trabajo creativo que no refiera a la cuestión del límite, de hacerlo consciente, de desbordarlo y de intentar una actitud crítica y reflexiva acerca de la especificidad y del contexto donde se desarrolla
Esa "ficción" de la hablas para mí es también realidad
Me parece muy buena la propuesta de compartir tu cuaderno de apuntes y como bien dices "en su momento indicado" como una forma de devolución, como un pequeño espacio fundado a partir de los demás en mí. (también podría pensarse de qué manera )
Te lo envío así como está sin mucho tiempo para decir más cosas pero con ganas de seguir hablando
Abrazo
Graciela
Me quedé pensando mucho después de la presentación del sábado.
Una sensación de no haber hecho las preguntas correctas.
O quizás, no no-correctas, sino que son preguntas que me hago a mí misma.
A decir verdad, fue muy interesante notar que cada uno está bien convencido, que son preguntas que no –o ya no- se formulan; como decía Ana, las cosas son más simples, “uno hace y ya”.
Digo preguntas a mí misma quizás porque en algún momento, cuando todavía producía “plásticamente”, tuve la necesidad –quizás por la falta de- de una formación teórica un poco más profunda, que me llevó a repensar mi propia producción, y así ver que en ese momento me había enamorado de las palabras.
Este amor surgió a partir de una necesidad de “continuar” las obras de los demás.
Como bien decía Evangelina, las “capas”, el metalenguaje que quizás se agrega a la “obra” original.
Ya no sé si utilizar las palabras “arte”, “obra”, porque parecen enormes, como hace tiempo quise dejar de usar las palabras “teoría” y “crítica”, porque me parece que se despegan demasiado de una obra. Y ayer justamente me cuestioné eso.
Si de algo estoy segura es de que mi unión con el arte pasa por una necesidad de producción, y a su vez por una necesidad de “contemplación” y “participación” con las obras ajenas. Toda mi vida fue así.
Y me dí cuenta que puede existir la figura del “espectador-participante”, y me parece que me ubico allí. Esto pensaba ayer.
Y, como decía antes, ese despegarme de la tradicional “teoría y crítica” tiene que ver con una forma “afectiva” de involucrarme con las obras.
Esto lo noté cuando, en su momento, Evangelina me invitó a escribir sobre su obra.
Ella me hizo hablar. No de ella, sino de mí en ella. Y así, hacer aparecer otra-capa de su obra, que habla de ésta, pero a su vez no, sino que dialoga con la obra.
Hay momentos de “click”. Ese click, que yo lo siento en la panza, acontece cuando la obra se “abre” a mí, como si “entendiese un chiste”. Cuando aparece la posibilidad de “lo que yo le quiero decir”. Ese click es ese instante, esa fugacidad que a veces congela la normalidad del paso del tiempo. Y el tiempo siempre fue un gran tema para mí.
Hace poco retomé mi trabajo con la fotografía. De manera casual, volvió a mí.
El otro día, durante la presentación de Hernán, pensé en la posibilidad de que las imágenes generen imágenes. Por empatía, por necesidad.
Hace un tiempo volví a tener esa necesidad. Ese click en la panza, cuando caminaba por la calle con la cámara.
Pensé, otra vez, en la fugacidad de nuestro registro visual en la calle, el resto, lo que retenemos, los fragmentos, los detalles. Y comencé a fotografiar lo que llamé “los fragmentos que somos a los ojos de otros”.
Dónde depositamos las miradas? Qué vemos en los demás cuando los vemos sólo un instante?
Esta es mi pregunta nueva, la que me genera este otro lugar que es el taller.

Porque, por un lado está ese click instante que yo vuelco en el cuaderno, el diálogo inmediato con la producción de los otros. Despegado de toda crítica y teoría tradicional, dejando de lado esa distancia con las obras, esa insistente voluntad de generalización y clasificación y explicación, para mí ya caducas.
Y por otro lado, la imagen que me genera imagen, la reaparición de mis propias imágenes que quiero hacer dialogar con los demás.
Todo esto fue mi click del sábado.

diego, florencia, magalí

“hola a todos,
el próximo encuentro del Taller es este sábado 19 de Mayo en El Levante a las 11 de la mañana (cambio de horario sólo por esta vez).
En esta oportunidad nos visitan Gastón Duprat y Mariano Cohn. “

Ok. Este bendito sábado se suponía que venían Gastón Duprat y Mariano Cohn, pero no fue así, por razones personales no se presentaron, así que presentamos Diego Vergara, Florencia Rovere y yo.
Este sábado dio origen al nombre del blog, más adelante notarán por qué.

El primero en presentar fue Diego.
Diego dibuja de manera impresionante (y no me molesta ser terriblemente coloquial con este término).
Los primeros trabajos que vimos hoy fueron unos dibujos hechos en tinta china negra, de pequeño formato, que nos remiten quizás a imágenes de cuentos infantiles pero con un toque de absurdo.
Según él, se hablaba aquí de una “mala intención”, y efectivamente, en la presunción naif de la imagen se podía ver que había algo que no funcionaba, quiero decir, que no funcionaba de manera “benévola”, sino que algo extraño podía suceder.
Él trabaja mucho con imágenes de nuestra infancia, casi como un pequeño paraíso perdido lleno de tesoros por redescubrir.
Otro de los trabajos, también en pequeño formato, eran unas pinturas – casi fotografías – que giraban en torno a la temática de Woodstock. Aquí, vemos al hombre convivir pacifica e idealmente con la naturaleza, viviendo en comunidad y sin prejuicios. Otro paraíso visitable?
Todos parecen ser en Diego espacios utópicos. Todos. No siempre alegres, claro está. Hay un dejo de melancolía por una infancia perdida, por una sensación de bienestar, y esto se ve manifiesto en los dibujos antes citados, donde, casi metafóricamente, este revisitar la infancia no es justamente nada inocente, y en ese intento de recuperación de lo perdido no se vuelve al mismo lugar.
Desilusionados, casi. La mirada ya es adulta, en ese encuentro con el paraíso infantil. Es una mirada ya trabajada por los años, por el tiempo, con la conciencia –pero también con la voluntad implícita – de querer ese reencuentro, de desear traerlo incontaminado hacia aquí. Pero esto, como la utopía hippie de woodstock, permanece en el plano de la ilusión – que asumimos como tal.
Luego Diego despliega dos telas, en cada una de ellas hay pájaros, de diferentes especies, que conviven, también utópicamente, en un pequeño paraíso artificial.
Estas imágenes, tomadas de enciclopedias infantiles, por un lado se nos presentan distantes y justamente, artificiales en su gesto, ya que, en la realidad, estos son ecosistemas imposibles.
Pero hay diferencias entre una tela y otra. Las dos presentan una factura realista perfecta, pero en la primera, esta perfección encierra a esta escena en un hermetismo más “enciclopédico”, mientras en la segunda Diego se anima a jugar más con el gesto, casi reapropiándose de la imagen que previamente tomó prestada.
Siempre se trata de cre(c)er y no cre(c)er. Este supuesto absurdo (por la voluntad utópica, digo) a veces vuelve absurdo el absurdo mismo.

A Diego siguió María Florencia Rovere.
Frente a la compu, vimos un video de la presentación de su trabajo.
El tema (y casi TEMA, así con mayúsculas) de Florencia es el campo.
Pero no el campo como mera contemplación, como instancia árida, folclórica.
Ella reconoce el campo como propio, y se anima a recortar y a jugar con la visión del campo que nosotros, citadinos, tenemos.
El video es la presentación de estas escenas dentro de una tapera, dispuestas las pinturas en las paredes, interactuando con la estrucutra de la tapera y del campo mismo. El efecto que se produce es el de, justamente, recortar la inmensidad del campo en detalles manejables, casi portátiles, pero que a su vez no son fragmentos cerrados, sino que logran la continuación real con el entorno que representan. No es trompe l’oeil, porque cada imagen, en contexto, funciona como síntesis máxima que se dispara en diferentes direcciones.
A su vez, esta presentación sirvió como excusa para “desplazarse” realmente al campo, no encerrarlo, sino llevar al espectador a la cuna de las pinturas.
Desplazamiento, sí.
Florencia continuó la presentación mostrándonos a “la vaca”. Esta pintura acompañó a Florencia en el viaje que hizo al pueblo de sus abuelos a Italia –ella nos relató este viaje, todo lo que para ella significaba poder retornar a este lugar – y su afecto es el mismo afecto por el campo. Como si siempre hubiese estado allí.
Este proyecto “la vaca” consistió en “desplazarla” por todas las ciudades que ella visitó, fotografiándola junto a personas, monumentos, plazas, circulando esta “obra de arte” por espacios inusuales, descontextualizando este supuesto lugar que deben habitar las pinturas (las paredes?) y planteando un corrimiento de la mirada contemporánea sobre lo supuesto tradicional.
A su vez, la vaca sirvió como excusa para entablar contactos, y marcar, asimismo, su punto de referencia.
Increíblemente, la vaca explicitó, con una simpleza asombrosa, el diálogo implícito de la obra con el espectador.

Después de almorzar, me tocó el turno.
Ante la pregunta “por qué ustedes piensan que lo que hacen es arte”, dio inicio la primera sesión de la mesa vulnerables.
Como evidentemente yo hablaba, no tomé notas en este momento.
Hice una pequeña catarsis en un mail (que publico aquí arriba), y un diálogo maravilloso con Graciela en el que descubro el término –para mí- más importante y significativo del año:: el cuerpo vibrátil.
Aquí abajo, un link al blog de ana, que se encargó, al modo de la nenalimalimón, de documentar el asuntito:


http://nenalimalimon.wordpress.com/2007/05/21/el-sabado-fue-una-tarde-de-vulnerables/