22.11.07

Justo Pastor Mellado



El siguiente invitado fue Justo Pastor Mellado. Justo vino desde Chile invitado por el Levante, pero además de compartir con nosotros un día de taller, dio una charla en la Facultad de Humanidades y Artes. Para esa oportunidad él preparo una exposición, donde, entre otros temas, hacía referencia a dos tipos de curadores –él, además de ser periodista, es curador, entre otras cosas, porque también lo hemos visto actuar en un video, posteriormente, jeje-, decía entonces: el curador de servicio y el curador de infraestructura. Siempre posicionándose desde Latinoamérica y con la propuesta de trazar nuevos mapas de lecturas de la historia del arte, por ser nosotros mismos parte de la “periferia”, la figura del curador se define entonces como crucial a la hora de trazar los recorridos que cuentan, justamente, la historia. Esta charla en la facultad dio –y da- para larguísimo, así que desde el taller mismo se armó un grupo “virtual” de discusión, en torno a este tema y a muchos más que fueron surgiendo (el grupo charlaycharla).
El viernes siguiente Justo se encontró con muchos de los chicos del taller, en donde cada uno le hizo conocer su obra, y justo ofició como “crítico”, o más bien, como “propositor”… Según supe después, Justo habla y habla y dice realmente todo lo que piensa, así que hubo más de un malherido a partir de sus palabras –malherido en los mejores términos, ya que muchos fueron capaces de separarse de la propia obra y repensarla a partir de las palabras de J.P.
Creo que el momento más rico fue el sábado, en el encuentro del taller.
Porque si bien se continuó con una serie de cuestiones que habían comenzado el jueves y el viernes, el sábado se habló muchísimo sobre la experiencia Levante.
Justo sostiene que la Universidad genera un contexto de ficción, de formación, pero que el mundo real, el de los intercambios reales, está afuera. El posicionaba al Levante como un lugar para la negociación con el espacio artístico real – “ustedes ya son artistas y deben comportarse como tales”, nos decía- , haciendo hincapié en que el espacio producido en el taller es un espacio real de circulación y de producción de lo artístico.
Él habló también del sistema de las habilitaciones, es decir, de cómo todo es reconocimiento, en primera instancia, por parte de los pares, y finalmente por el artista mismo. Porque, si estamos hablando de espacios de circulación de la producción y de la experiencia, no debemos, para nada, olvidar los dispositivos de la transmisión del saber sobre –y de- el arte: los pares son esos elementos de la cadena de no-ficción que hacen posible la transmisibilidad de la producción, y sobre todo, de la experiencia supuestamente “intransmisible”.

- cómo se puede pensar la “transmisibilidad” de una experiencia como el Levante para que no quede cerrado en sí mismo? (anoté por ahí)

Porque Justo decía, muy correctamente, que el taller es un dispositivo de transmisión, y debe reconocerse y cumplir ese rol como tal. Un espacio que alberga productores y que debe producir los dispositivos para que estos mismos productores no queden encerrados en el propio dispositivo, sino que el dispositivo debería ser la misma producción –del taller-.
Porque, de alguna forma, una obra aparece no cuando es creada, sino cuando es puesta dentro de un sistema de discusión – y relación - junto a sus pares obras, y eso es coyuntural.
El Levante, entonces, tendría que reconocerse como plataforma para lanzar – y crear- un otro mundo real que genere, a su vez, esta misma coyuntura del surgimiento. Porque así pueden entenderse las producciones: en contexto y en juego.

(y Justo me mata cuando lea este texto)