19.8.07

analía

La tercera en presentar fue Analía Regué.
Con Analía me pasa algo parecido que con Ana, somos amigas, conozco su trabajo con anterioridad al Levante.
Analía nos hizo una especie de retrospectiva de su obra, que empieza con “Oesterheld”, el stencil con la figura del Eternauta, hecho a escala real, que ella fue “stencileando” en diferentes zonas de la ciudad, y luego en otras ciudades.
Todo este proceso está documentado fotográficamente, donde vemos como Ana logra que esta figura dialogue con entornos muy diferentes, y no por eso cambiando su significado de “aparición”.
Podemos considerar su trabajo como efímero (su lugar es la calle, el espacio público, donde tranquilamente alguien puede decidir “borrarlo” o, sencillamente, el paso del tiempo puede modificarlo, eliminarlo).
Aquí es donde surge una pregunta planteada por ella misma, que se refiere a “cómo mostrar esta obra dentro de una institución artística” (llegado el caso de tener que mostrarla).
Sirve aquí la documentación fotográfica del proceso? O esa voluntad de querer narrrala en un-otro-lugar le quita su esencia de ser obra en la calle? Funciona la obra de la misma manera? Esta obra, es obra de Analia?
La última pregunta es capciosa. Claro que es una obra de Analía. Pero no lo sabemos.
No sabemos ya que ella utiliza una imagen que no es suya, una imagen que pertenece al mundo de otro artista –Oesterheld-, y que ella pretende resignificar al llamarla como su autor y no como el personaje que es, y simultáneamente hacerla aparecer.
Yo aquí me preguntaba por la huella, por la impronta, ya que, el gesto de “traer nuevamente la imagen” es un gesto de Anita, pero no vemos su huella allí.
Luego de esta breve charla sobre la autoría (que no terminamos de desarrollar, lamentablemente, porque entre nosotros opinábamos cosas muy diferentes, y hubiese sido muy enriquecedor reflexionar sobre la idea del “autor”), ella nos muestra su última producción, que son los sticks (o calcos) de las boxeadoras.
De manera realista, ella dibuja y posteriormente fotocopia, en diferentes tamaños, escenas de lucha entre dos boxeadoras, o de a una, rescatando una idea diferente de lo femenino, desde la lucha, y desde una fuerza diferente que a “lo femenino” se le suele otorgar. En un paso posterior, fue adjuntando a estos primeros sticks otros de diferentes flores, de colores muy saturados, que acentúan quizás esta idea de rescate de cierta idea de lo femenino que quizás antes se escapaba un poco más.

Aquí es donde pienso que realmente funciona el gesto de la artista, porque aquí puedo ver su huella, su trabajo, su proceso.
Analía le otorgó un nombre al “stickear” :
stickboxing, y lo trabaja como un verdadero deporte, escribiendo un reglamento propio, a modo de reglamento deportivo, y jugando además con el significado de la palabra stick en inglés (pegar) y el doble significado de pegar en español: pegar y golpear.
Sin comparar las obras, creo que las boxeadoras llevan a un extremo mucho más interesante la idea del trabajo del artista en la calle, porque traslada su mundo propio al espacio público para hacerlo interactuar.
Además, a partir de la “creación” (o denominación) del stickboxing se ha creado un grupo mucho más numeroso de “stickeadores” que recorren las calles de la ciudad para contaminarla –en el más hermoso de los sentidos-de imágenes que le son totalemente ajenas, pero que permiten un intercambio simbólico que recién empieza, pero empieza con la fuerza de un stick.